jueves, 6 de mayo de 2010

SONATA PARA ARJONA

Soy tetona,culona y panzona
me muero, me cago y me meo por Arjona.
Me llamo Norma y me dicen Monona
sueño con garcharme un chongo en Barcelona.
Pertenezco a la iglesia de Maradona
soy tierna, dulce y un poco remolona.
A veces me confunden con Madonna
bueno, en realidad, solo mi nona
una viejecilla un tanto drogona
que se caga encima tras cada comilona
pero no deja de ser buena persona.
En fin, estaba escuchando a Arjona
la canciòn de la cuarentona
con las cosas que menciona
me puse muy calentona
sentì un cosquilleo en la zona
como que me bajaba la pichona

y no va que me mojè

MOVIL DESDE LA CARCEL

Aprovechòse Max del revuelo causado por la cabra con los periodistas, para entrar a la carcel de Olmos, donde se encontraba Chonga, entre Barreda y Robledo Puch. La celda Nº231, de 2x2, estaba ocupada integramente por cientos de Cosmopolitan que Cobani, Natalia La, tan gentilmente habíale acercado.
-Còmo te fue en Genova?, preguntole la Chonga
-bien
-comiste pescado?
-si
-y los hadrones?
-ràpidos
-que interesante
Cuando estaban en lo mejor de la conversaciòn, apersonose la carcelera con su manojo de llaves. Mirando obsesionada la pila de revistas Cosmopolitan, preguntò a la dra si podìa coger alguna, ella le respondìo que le haria un favor si se las llevaba todas. Agradecida, la carcelera, de nombre Susana Ortiz, comenzò a trasladarlas, cuando de repente entraron dos visitas al cubìculo. La Cobani, que traìa mas revistas Cosmopolitan, y Mal Medicada completamente empapada,dejando entrever sus pezones, a traves de la mortaja blanca, casi transparente.
Tanto Max como Chonga miraron a las mujeres y les dijeron
-denle las revistas a Susana Ortiz, la carcelera petirroja
La Cobani obedeciò inmediatamente. Malme, tiritando de frìo, se sentò en la cama al lado de Chonga. La conversaciòn siguiò entre los cientìficos.
-¿el corrimiento del eje, alguna soluciòn? continuò preguntando la dra
- no, pero apareciò un revolucionario yogurt para el trànsito lento
-que interesante, que bien me vendrìa...
-Tengo mucho frìo, dijo Mal Medicada, creo que estoy congelada
-Tomà mi chaquetilla de rea, dijo la Chonga, mientras se la entregaba
-¿por què no nos vamos? sugiriò Max, Susana Ortiz dejò la puerta abierta
- dale, vamos, contestò la dra
El cientìfico y las tres mujeres caminaron por los pasillos de la prisiòn hasta la salida. Nadie los detuvo. Nadie les preguntò nada. Se subieron al auto que estaba estacionado enfrente. La cabra seguia acaparando la atenciòn de los noteros. Cuando arrancò el auto, sòlo la cabra se dio cuenta y salio corriendo tras el, dejando a los periodistas desorientados.